martes, 9 de diciembre de 2008

LOS TORPES.


Mientras buscaba un viejo texto jurídico, me encuentro un recorte de una columna de Manuel Vicent. No me consta la fecha de la misma, pero imagino que ya tiene sus años, por eso es actual.

" Las discotecas cierran a las ocho de la mañana porque hay gente muy torpe que necesita mucho tiempo para ligar. Si todos los jóvenes fueran realmente seductores, la noche terminaría enseguida. A la una de la madrugada cada pareja estaría en su respectiva madriguera trabajando el amor y en las salas de fiesta sólo quedarían los camareros, pero ahora en la seducción también hay democracia y la música en las discotecas no cesa hasta que no liga el más desgraciado del local. Cenados y bien acicalados, los jóvenes inician la competición pasada la medianoche. En la oscura parrilla del viernes o el sábado, las mesnadas se concentran para abrevar en los lugares consabidos antes de que se efectúe el disparo de salida. Entonces se les ve avanzar en hacinados automóviles hacia las salas de fiestas atraídos por una estrella láser que desde el espacio les indica el camino. Dentro de cada discoteca se produce muy pronto una selección natural. Los rostros más atractivos se buscan entre ellos, las miradas más sugestivas comienzan a crear nudos ineludibles, el aura de unos cuerpos se va acoplando de forma magnética a otros cuerpos similares. Todo el trabajo de las hormonas se realiza en la primera hora de música. El resto de la noche ya no es naturaleza, sino un subproducto cultural. Alrededor de las dos de la madrugada, a los jóvenes más seductores de ambos sexos ya les sobra el alcohol y la música para alcanzar su objetivo. Gracias a la belleza, la pieza deseada ya está en sus brazos y con ella desaparece en la oscuridad. Los que no logran superar el primer obstáculo permanecen en la fiesta para ver si surge una segunda oportunidad. Suele ser gente terciada que no liga hasta que el alba clarea espoleada por la frustración. En la discoteca sigue la música con el sol en el tejado. Allí sólo quedan los torpes, los que a lo largo de la noche no han encontrado una sola mirada. Dentro del resplandor del día, el cansancio tal vez les deparará otro resto del naufragio. Cuando se agarren a ese madero cesará la música "

Manuel Vicent.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Divertido pero también amargamente (bueno, no tanto, que se me escapa la sonrisa) revelador, si señor... Este artículo me devuelve a aquellas lejanas noches en las que me sentía más cercana al pelotón de los torpes que a la seducción de los bellos. A ver qué nos depararán los salones de baile del hogar del pensionista...

Anónimo dijo...

Con una sonrisa todavía esbozada en mis labios he de reconocer que, a medida que cumplo años, me preocupa menos eso de estar entre los bellos o contarme entre los torpes...la de risas y diversión que me he perdido de joven!

gloriacas dijo...

Depende de la perspectiva que se le mire...El lugar en el que estuvimos es lo de menos, para mí lo importante es que ahora no me pese el haber estado donde quise y decidí estar. Además siempre hay una nueva oportunidad de ser lo que queremos ser, en la discoteca, en la familia, etc. Como dice "Anónimo" hasta en el hogar del pensionista tendremos una nueva oportunidad. (Ojalá no sea pronto!!!). O bien, "Lu Serrate": a no perdernos hoy lo que nos perdimos ayer.