viernes, 27 de junio de 2008

CRÓNICAS, INVENCIONES,PASEATAS.





No me gusta el verano en el sur. Acabo de llegar a Córdoba, a pasar el fín de semana, y el calor es infernal.

Me he tomado un gazpacho a la menta y leo a García Hortelano, un escritor grande y que sabe " mirar".


" En aquellos veranos de la miseria y del boato, agosto, duraba tres meses largos. Todo era largo entonces, con la inmovilidad polvorienta de lo eterno, y nunca acababan el miedo, el racionamiento, el curso, el primer amor. La dictadura se mostraba descaradamente aún más inacabable durante los interminables veranos, en cuyas tardes el sol iba bajando como en paracaídas y se quedaba en suspenso sobre la línea del horizonte, mientras los vecinos sacaban sillas a la acera y en las acacias alborotaban los vencejos...

...Agosto dura ahora un mes, tanto para los que huyen , como para los que, más holgados, nos quedamos tan cálida y ricamente en la ciudad. Obviamente es agosto el que ha emigrado de la duración ilimitada a la precipitación efímera del calendario. Aquellos agostos nos han dejado, junto al legado de la sucia nostalgia, la herencia de esa inmadurez del que vivió atemporalizado y recibió tal susto, al escuchar cantar el mirlo y mirar el reloj, que por siempre quedó incapacitado para ser lo más congruente que, en democracia, en verano y a nuestra edad, toda persona sensata debe ser: un viejo verde"


Juan García Hortelano(1928-1992)

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