Me hubiera encantado conocer a Lea Goldberg, profesora que fue de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Sus cartas despiden un aire de brumas que no oculta la posible primavera.
" Las horas del crepúsculo eran breves. Sin amor ni escalofrío se entregaban a las noches. Ella quería evitar las pesadillas y permanecía sentada hasta muy tarde junto al escritorio absorta en sus pensamientos. Era evidente que las personas se alejaban de ella, las personas le exigían todo sin darle nada a cambio. La fuerza mental se iba agotando. También ella iría del hombre al libro... sobre la mesa había libros de poemas y sus manos amaban la blancura del suave papel "
Lea Goldberg (1911-1970)
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