San Juan de la Cruz, además de un grandísimo poeta, es también un agudo prosista y observador del alma. Para él, es paradójica la condición humana, pues para ver bien las cosas, hay que apartarse de ellas y cerrar algún tiempo los ojos.
" ¡ Oh misera suerte de vida, donde con tanto peligro se vive y con tanta dificultad la verdad se conoce! Pues lo más claro y verdadero nos es más oscuro y dudoso, y por eso huimos de ello, siendo lo que más nos conviene; y lo que más luce y llena nuestro ojo lo abrazamos y vamos tras ello, siendo lo que peor nos está y lo que a cada paso nos hace dar de ojos. ¡En cuánto peligro y temor vive el hombre, pues la misma lumbre de sus ojos natural con que se ha de guiar, es la primera que le encandila y engaña para ir a Dios, y que si ha de acertar a ver por donde va, tenga necesidad de llevar cerrados los ojos y de ir a oscuras para ir seguro de los enemigos domésticos de su casa, que son sus sentidos y potencias!"
San Juan de la Cruz (1542-1591)
1 comentario:
Castiguemos pues los puros sentidos y su desorden, pobres humanos, abocados al miedo a lo desconocido y a los placeres de la mente y de la carne. Orden, hay que tener orden.
A la orden Juan de la Cruz:
"¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras:
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno
cuán delicadamente me enamoras!
(San Juan de la Cruz)
Como siempre, estupenda lección, Almirante.
Un saludo
Publicar un comentario