No me gusta el balompié, pero ya que mi hijo es forofo de ese deporte y últimamente lo noto emocionado y feliz, no puedo dejar de poner un poema balompédico.
" En ese momento, nada pasó por sus ojos.
Su vida entera o su mujer o sus hijos.
No se encomendó a los tantos santos,
a los dioses protectores de lo imposible.
Decían que era bueno, el mejor goleador del equipo.
Y no era inexperto aunque se comportara
ahora como un niño.
Cuando cantaron el gol apenas tuvo la impresión
de tener que ver con todo aquello.
Y se preguntó
qué hacía allí, en el centro de aquel tumulto;
el árbol de abrazos y de gritos.
Con el pecho encendido.
En mitad de una euforia de pañuelos blancos "
Dolores Campos-Herrero (1954-2007)
No hay comentarios:
Publicar un comentario