martes, 21 de abril de 2009

VASTO RECINTO.


Perderse, ser un viajero que sale sin rumbo o sin fecha de vuelta. Recorrer caminos y saberse un ermitaño. Leo a Julien Gracq, buen confidente.

" Una atracción sin violencia, pero difícil de resistir, me lleva año tras año, más y más, hacia las altas superficies desnudas-basálticas o calcáreas- del centro y del sur del macizo : el Aubrac, el Cézallier, las mesetas y los Causses. Todo lo que de integralmente exótico subsiste en el paisaje francés me parece siempre que se acantona allí : es como un trozo de continente pelado y bruscamente emergido que formara una superficie por encima de los sempiternos campos boscosos que constituyen la banalidad de nuestro terruño. Tonsuras sacramentales, austeras, en nuestro cuero cabelludo arborescente tan continuo, imágenes de un despojamiento casi espiritualizado del paisaje, que mezclan indisolublemente, para uso del paseante, sensación de altitud y sensación de elevación "

Julien Gracq (1910-2007)

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