Lleva varios días llamándome y no le he hecho caso, pero esta mañana no he podido resistir la tentación de buscar el libro. La evocación del mundo clásico del poeta griego Herondas que hace Marcel Schwob es fascinante; rememora el siglo III antes de Cristo y parece que habla de sueños actuales.
Leo de sus "Mimos", el número VIII, " La velada nupcial "
" Esta lámpara de mecha nueva arde con fino y claro aceite frente a la estrella vespertina. El umbral está alfombrado por las rosas que los niños no se han llevado. Las danzarinas balancean las últimas antorchas que extienden hacia la sombra sus dedos de fuego. El joven flautista ha soplado otras tres notas agudas eb su flauta de hueso. Los porteadores han venido con cofres llenos de anillos translúcidos para los tbillos. Éste se ha embadurnado la cara de sebo y me ha cantadolas chanzas de su demonio. Dos mujeres con velos rojos sonríen en la tibieza del aire, frotándose las manos con cinabrio.
Asciende la estrella vespertina y las pesadas flores se cierran. Junto a la gran tinaja de vino, cubierta por una piedra esculpida, se ha sentado un sonriente niño cuyos luminosos pies están calzados con sandalias de oro. Sacude una antorcha de pino y los rojos cabellos se esparcen en la noche. Tiene los labios entreabiertos como una fruta que bosteza. Estornuda sobre la mano izquierda y el metal retumba a sus pies. Sé que se irá de un salto.
¡Oh! ¡Aquí llega el velo amarillo de la virgen! Sus mujeres la llevan sujeta por debajo de los brazos. ¡ Alejad las antorchas! Le espera el lecho nupcial, y yo la conduciré hacia el suave resplandor de los tejidos de púrpura. ¡ Oh ! Meted en el oloroso aceite la mecha de la lámpara. Está crepitando y muriendo. ¡ Apagad las antorchas! ¡ Oh, amada mía, te alzo contra mi pecho: que tus pies no rocen las rosas del umbral !"
Marcel Schwob (1867-1905)
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