Hace años me prepararon un café al anís con canela y, en la tarde, lo recuerdo; sobriedad y destellos. En la cafetera (uso las antiguas de toda la vida), una vez prensado el café, se pone encima anís en grano cubriendo todo el redondel y un poco de canela molida y se lleva a ebullición; al servirlo, se le añade la leche y se espolvorea con cacao.
César González Ruano le preguntó a Azorín qué era la vejez y el maestro, hecho una momia y con un hilo de voz, le respondió :" La falta de curiosidad". Y es lo que le he dicho a mi hijo para que destierre la equivocada relación entre edad y otras cosas...
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