jueves, 7 de marzo de 2013
" NO PUEDO OLVIDARLA "
Le belleza y el encantamiento, pueden aparecer hasta en los momentos más trágicos de la vida, casi como un suspiro de gloria y huida. Heinrich Böll, la guerra y el amor.
" - No te preocupes- me dijo-. Te llevaremos a la retaguardia (...)
Cuando el teniente hubo salido, miré mis piernas por primera vez y vi que estaban cubiertas de sangre, y no las sentía; sólo dolor allí donde hubiera tenido que sentir las piernas. Estaba helado (... )
Se oía música. En algún sitio habían encontrado una radio. Era música moderna, seguramente del extranjero, luego, la música se cortó y se oyó una marcha militar, después, una pieza clásica. Esa la dejaron. Una voz dijo entonces encima de mí, muy bajito :
- Mozart.
Yo levanté los ojos y vi su cara, y en el mismo momento me di cuenta de que aquello no era Mozart. Y dije a la cara :
No; Mozart, no.
Ella se inclinó sobre mí y entonces vi que era médico o estudiante de Medicina, porque parecía muy joven, pero tenía un estetoscopio en la mano. Y vi su pelo, suave y suelto, mientras ella me miraba las piernas, levantando la manta de manera que yo no pudiera verlas. Luego, me miró a la cara y me dijo :
- Mozart, sí.- Me subió la manga.
- Mozart, ni hablar- dije yo.
Seguía sonando la música y yo estaba ya completamente seguro de que no podía ser Mozart. A veces, sonaba a Mozart, pero había pasajes que de ninguna manera podían ser Mozart.
Estaba muy blanco. Ella me tomó el pulso con dedos suaves, luego me pinchó y me inyectó algo en el brazo.
Tenía su cara muy cerca y le susurré :
- Dame un beso.
Ella enrojeció y sacó la aguja. En aquel momento, una voz dijo por la radio :
- Dittersdorf.
Ella sonrió y yo sonreí también, porque ahora podía verla bien: la única antorcha que habían dejado estaba detrás de ella, encima de la mesa.
-Pronto- dije, esta vez más alto-, dame un beso.
Ella volvió a enrojecer, y así estaba más bonita. La luz de la antorcha se reflejaba en el techo y ponía resplandores rojos en derredor, se inclinó y me dio un beso, y durante aquel momento vi de cerca sus párpados cerrados y sentí sus labios suaves, mientras la antorcha seguía derramando su luz temblorosa y la voz del capitán que volvía a gritar por teléfono y de la radio salía ahora otra música. Luego, sonó una voz y alguien se levantó y me sacó a la oscuridad, a un coche frío, y yo sólo vi que ella me seguía con la mirada, a la luz de la antorcha, entre los bancos amontonados como las ruinas lastimosas de un mundo que se desmoronaba... "
Heinrich Böll ( 1917-1985 )
( Foto de Ernst Haas )
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