Un bolero para Ava.
" Es natural que cuando se habla de Ava Lavinia-estaba orgullosa de estos dos bellos nombres- se cite sólo a los famosos que la acompañaban habitualmente. Pero tuvo muchos amigos que no aparecen en las crónicas de sociedad de la época a los que invitaba a su casa, especialmente el día de Nochebuena, cuando celebraba su cumpleaños. Tenía más cultura que ciertos periodista que contaban chismes sobre ella, sacando a la luz sus locuras o difamándola con calumnias que no siempre eran ciertas (...)
No era fácil comprender a una mujer como Ava, educada en una parroquia abstemia y prebisteriana que celebraba las misas con mostos sin fermentar. Nunca olvidó su pueblo de North Carolina, a pesar de que siguió siempre el camino contrario, fumando desde los ocho años y bebiendo de todo. Ahora comprendo mejor la soledad de esta mujer, porque hasta la luna la perseguía para llenarla de plata.
El mundo de Ava era heterodoxo y muy propio de una artista, aunque ahora quieran politizar su estancia en aquella España de los años sesenta, en la que se movía entre toreros, marqueses y actores más o menos adictos a la dictadura de Franco. Un día le pregunté a un chisgarabís que se ganaba la vida como periodista de sociedad si conocía a Robert Graves, uno de los escritores preferidos de Ava Gardner, y me respondió una grosería : " No he oído ninguna canción de este Graves. pero a ella lo que le gusta es cepillarse a los hombres al ritmo de los boleros ". Toda una definición de un tipo de prensa que luego, en España como en otros lugares del mundo, tendría tanto éxito... "
Mauricio Wiesenthal.
( Foto de autor desconocido )
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