jueves, 8 de marzo de 2012

SÉVERINE.


   Imposible olvidar a Séverine. Con el té negro y la tarde clara, " La bestia humana "

    " - ¿ Sí ? ¿ Nos vamos a dormir, mi amor ?- repitió Jacques.
   Ella se estremeció al sentir los labios del joven contra los suyos, como si, una vez más, él quisiese sellar en ellos la confesión. Se levantó, muda, se desvistió con rapidez y se deslizó bajo la manta sin siquiera levantarse las faldas, que arrastraban por el parqué. Tampoco él colocó nada : la mesa permaneció con los cubiertos esparcidos por ella, en tanto que un pedazo de vela terminaba de consumirse con una llama ya vacilante. Y cuando, tras desnudarse a su vez, se acostó, se produjo un abrazo brusco, una posesión arrebatada, que los asfixió a ambos y los dejó sin aliento. En el aire muerto de la estancia , mientras abajo seguía sonando la música, no se oyó un grito, no se oyó un ruido, no hubo más que un gran estremecimiento apasionado, un espasmo profundo hasta el desvanecimiento.
    Jacques ya no reconocía en Séverine a la mujer de sus primeros encuentros... "

         Émile Zola ( 1840-1902 )

        ( Foto de Michael Rougier )
                 

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