En un café parisino me encontré a Sara, era el año 77 y leía a Bécquer.
" Sara era un prodigio de belleza. Tenía los ojos grandes y rodeados de un sombrío cerco de pestañas negras, en cuyo fondo brillaba el punto de luz de su ardiente pupila como una estrella en el cielo de una noche oscura. Sus labios, encendidos y rojos, parecían recortados hábilmente de un paño de púrpura por las invensibles manos de un hada. Su tez era blanca, pálida y transparente como el alabastro de la estatua de un sepulcro. Contaba apenas dieciseis años, y ya se veía grabada en su rostro esa dulce tristeza de las inteligencias precoces, y ya hinchaban su seno y se escapaban de su boca esos suspiros que anuncian el vago despertar del deseo "
Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870)
1 comentario:
un placer tu blog, tu diario...me tomaré mi tiempo para conocer y conocerte
un saludo
pd: te sigo si me lo permites
la maga maggie
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