Hay escritores muy peligrosos, son aquellos cuya lectura provocan recuerdos, crean anhelos y no dejan indiferente. Siempre he leído a Saul Bellow con cierto miedo, el miedo del encantamiento y de la punzada en el corazón. Cada libro suyo me ha provocado sensaciones fuertes. Esta tarde he acabado " La verdadera", libro muy recomendable que nos habla de la persistencia del primer amor.
" Llegamos ya a una mañana de marzo, en la línea divisoria entre el tiempo frío y templado. Pero está cayendo una fuerte nevada, con unas características peculiares de Chicago. La nieve, pesada, gira y gira sobre sí misma, mientras Amy se enjabona en la ducha alicatada. Las nalgas no han perdido aún su moldeado y se está lavando con la experiencia de unas manos maternales que han bañado muchas veces a niños de corta edad. Toda una vida de cuidados personales se trasluce en la manera que tiene de enjabonarse los pechos. Hace treinta años tuve el sublime privilegio de alzarlos para besarlos por debajo; también sus muslos abiertos.
Amy no tiene aspecto de provocar tales fantasías. Hay en ella un algo reservado que disuade de cualquier iniciativa directamente erótica. Parece una persona muy equilibrada. Siempre lo ha parecido. En el instituto era de los más normal. Excepto el día del baile de disfraces, cuando se puso mallas y se pintó los labios como una corista. Jóvenes como Jay, especialistas en la lectura de signos sexuales, la catalogaban de excitable. " Esa chica tiene potencial, capacidad de pasar a la acción", explicaba. Yo salía con ella, en nuestro penúltimo año de bachillerato, hasta que Jay me dejó fuera de la competición. Se casaron mucho más tarde: después de la crisis de los misiles cubanos. Un segundo matrimonio para ambos... "
Saul Bellow (1915-2005)
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