No he sido muy devoto de don Benito Pérez Galdós. Supongo que lo leí en tiempos inadecuados y sin detenimiento. Esta tarde encuentro una buena manera de volver a su casa.
" La mujer de León Roch era de gallarda estatura y de acabada gentileza en su talle y en su cuerpo, cuyas partes eran tan concentradas entre sí y con tan buena proporción hechas, que ningún escultor la soñara mejor. Sus cabellos eran negros y su tez blanca linfática, con escasísimo carmín, y así se realzaba su expresión seria y apasionada en tal manera, que cuantos la veían se enamoraban y sentían envidia de su esposo. No tenía tipo español y su perfil parecía raro en nuestras tierras, pues era el perfil de aquella Minerva ateniense que rara vez hallamos en personas vivas, si bien suele verse en España y en Madrid mismo, donde hallará un curioso ejemplar, único pero perfecto. Sus ojos eran rasgados, grandes, de un verde oceánico, con movible irradiación de oro (...) Pero las miradas de María no tenían fama de desabridas, sino de orgullosas. Sus labios eran tan rojos como recién abiertas heridas, su cuello airoso, su seno proporcionado y sus manos pequeñas y " de dulce carne acompañadas", como las de Melibea "
Benito Pérez Galdós (1843-1920)
Escucha "Judy Collins. Amazing grace"
4 comentarios:
Gracias por esta maravillosa descripción, a mi sí que me ha gustado Galdós. De siempre.
Saludos
Que preciosidad José María, que manera de mirar a una hembra tan sublime.
GRACIAS
Un beso,
Carmen Pulido
Tan sublime por una parte y tan machista por otra, Carmen.
Un saludo.
Sí Ula, pero a veces, aunque nos duela, también eso nos gusta.
Un abrazo
Carmen
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