Gracias a Andrés Trapiello, cincuenta años después de ser escrita, se publicó una estupenda novela de Rafael Sánchez Mazas. Estuvo olvidada en un cajón, sin que su autor ni sus amigos se dignaran publicarla. La leí cuando se editó y me gustó mucho. Esta noche me recreo con Rosa Krüger.
"... Y luego me pareció que su rostro era el de un querubín encendido y travieso, de nariz un poco respingona, con la boca quizá un poco grande, de color de granada recién abierta, los ojos azules, casi de color violeta, un corpiño de terciopelo, haciendo saltar los puros pechos vivos en la camisa blanca de seda con grandes mangas, la falda corta, celeste, muy plegada de pliegues apretados, como la moda de cien años hace y los zapatos de charol con hebillas y con unos grandes lazos de razo (...)
Rosa Krüger era para mí todo : era ya Europa, pero una Europa fresca y antiquísima, carnal y angélica a la vez, si lo hubiera podido y sabido entonces decir en una palabra. Era, al fin, la Europa de las blancas cigüeñas que vuelan con el júbilo matinal de las campanas sobre las agujas de la catedral de Estrasburgo y traen niños y sonrosado a los matrimonios burgueses y felices, mientras silban los trenes entre neblina y sol de primavera las distancias alegres de la mañana (...) Al fin me convencía de que por mucho que diese vueltas a la casa, aunque encontrara a Rosa Krüger en carne y hueso, lo probable era que se hubiera casado ya y que la encontrara como Werther a Carlota, repartiendo rebanadas de pan con manteca a dos o tres chiquillos rubios y sonrosados. Ella podía ser la ilusión poética de una Europa de leyendas y de canciones, presentida más que conocida. No otra cosa"
Rafael Sánchez Mazas (1894-1966)
No hay comentarios:
Publicar un comentario