Antes de irme con Morfeo a intentar olvidar la migraña, leo un poema anónimo de nuestro Siglo de Oro. Algunos críticos le ponen autoría. ¿ Adivinan ?
" Los ojos vueltos, que del negro dellos
muy poco o casi nada parecía,
y la divina boca helada y fría
bañados en sudor rostro y cabello,
las blancas piernas y los brazos bellos,
con que al mozo en mil lazos envolvía,
ya Venus fatigados los tenía,
remisos, sin mostrar vigor en ellos.
Adonis, cuando vio llegado el punto
de echar con dulce fin cosas aparte,
dijo : " No ceses, diosa, anda, señora,
no dejes de mene... " y no dijo " arte ",
que el aliento y la voz faltó junto,
y el dulce juego feneció a la hora "
( Foto de Signe Vilstrup )
1 comentario:
Mire usted, Almirante, no sé a quien se le atribuye, pero yo se lo adjudico directamente a D. Francisco de Quevedo, aunque si tengo que poner la mano en el fuego, también diría que pudo ser cosa de Lope de Vega.
Muy gracioso.
Saludos
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