Juan Bonilla es un buen escritor al que leo con placer. " El arte del yo-yo ", en tardes furtivas...
" ¿ Para qué diablos sirve la literatura ? Me he planteado esa cuestión infinidad de veces, pero nunca he perdido en tiempo intentando una declaración convincente y firme. Lo único que sé es que cuando murió mi padre recordé unos versos de Thomas Stearn Eliot que si bien no paliaron mi dolor al menos me lo llegaron a explicar; cuando alguien a quien amaba se retiró para siempre de mi vida, me socorrieron dos renglones de Juan José Arreola ( "La mujer que amé se ha convertido en un fantasma, yo sólo soy el lugar de sus apariciones " ); cuando me cruzo con una de esas princesas por cuyos cuerpos vendería mi alma al demonio, repito una exclamación de Rafael Cansinos Asséns ( " Dios mío, no permitas que haya tanta belleza en este mundo " ); cuando la noche pesa sobre mí como el cadáver de una esperanza acribillada por la realidad, unos versos de Federico García Lorca acuden a mi mente para colorearme el insomnio como el más eficaz de los ansiolíticos ( " pero la noche es interminable cuando se apoya en los enfermos y hay barcos que sólo buscan ser mirados para poder hundirse tranquilos " ).
¿ Es poco ? Sin duda. Juegos para aplazar la muerte, juegos que ayudan a no perder el tiempo sino a sustituirlo, suprimirlo, abolirlo. Guiños inocuos que, aunque no me facilitan el camino, lo hacen más llevadero, lo amplían.
Si algo he aprendido es esto : la literatura sirve para que la vida nos concierna menos de lo que seríamos capaces de soportar "
Juan Bonilla.
( Foto de Martin Munkácsi )
3 comentarios:
Hola, al ver fotos de este blog me he acordado de tu página:
http://blogs.paris.fr/histoiresdeparis/
Un saludo.
"...que ayudan a no perder el tiempo sino a sustituirlo, suprimirlo, abolirlo. Guiños inocuos que, aunque no me facilitan el camino, lo hacen más llevadero, lo amplían".
Repito y repito; que nos olvidamos que el tiempo no existe, nos movemos en el espacio, inventando en todo caso; luego nos entra la angustia, cuando no concuerda la realidad con la fantasía y sentimos el vértigo de la libertad (¿Quién puede juzgar dónde está el límite?)
Vaya, vaya, voy a escuchar música.
Saludos
Muchas gracias Juan Fernando.
Un abrazo.
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