Murió en Igualada en 196o con treinta y dos años. La parca llegó demasiado pronto a un escritor que prometía mucho en las letras españolas. Su novela ," No era de los nuestros", ganó el premio Nadal de 1958. José Vidal Cadellans, plantea problemas morales en una España que vivía de muchas apariencias.
" ¿Qué sabía de su mujer? Cuando eran jóvenes, conocía sus gustos y preferencias. En invierno, la llevaba a los conciertos. No le importaba aburrirse pasado el primer cuarto de hora, mientras ella estuviera dolorosamente atenta, levemente inclinada hacia adelante, con los ojos brillantes fijos en las filas sonoras de músicos. ¿ Qué podía saber de ella? La había querido lejanamente al principio, la había deseado después, la había tenido, la había tomado como una costumbre; ella le había apartado, más adelante.
Quizá no fuera más que un pobre hombre fracasado. Fracasado en todo. ¿ Qué importaba tener un negocio floreciente, qué importaban las apariencias exteriores? Quizá cuando los hombres tenían íntima conciencia de haber fracasado en lo esencial, debían triunfar necesariamente en lo accesorio, en lo circunstancial. Daría todo lo que tenía por poder marchar libremente con María Isabel, a cualquier parte, para empezar de nuevo. El viejo sueño, tan antiguo como el hombre, de huir para comenzar de nuevo. Borrón y cuenta nueva.
Su cuñado decía pensativamente :
-No es posible huir de uno mismo.
Había cosas evidentes. La evidencia no venía de la persona que pronunciara las palabras, sino de algún lugar misterioso, indescifrable. Lo que era cierto, lo era por sí mismo. Con vida propia, Su cuñado decía también, desde el púlpito de madera obscura de la iglesia de Estilles:
- Lo que coman carne los viernes, irán al infierno.
O bien :
- Las mujeres que se bañan con trajes de baño indecorosos, se condenarán.
Su mujer decía algunas veces :
- Las mujeres que se bañan con trajes de dos piezas , son unas perdidas..."
José Vidal Cadellans ( 1928-1960)
1 comentario:
Es una lástima que un hombre como él, dejara tanto por decir. Eres muy amable recordándolo.
Un abrazo,
Carmen Pulido
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