Baladas, Etta James y un café que me recuerda a ese lugar de Budapest en el que fui feliz.
" A su edad ya no se creía digno de semejante mujer. Todavía sabía amar, pero había perdido el entusiasmo que alimentaba tanto el deseo como el vigor capaz de sostenerlo. La sangre se le enfriaba y el ardor que lo hizo irresistible menguaba sin remedio. Giacomo nunca fue tan consciente de sí mismo como aquel día. De pronto se percató de que su único secreto con las mujeres había consistido en contagiarlas de su propio deseo y persuadirlas luego de que cedieran ante él..."
José María Herrera.
( Foto de autor desconocido )
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