jueves, 17 de octubre de 2013

JANA.


                   Tarde de reuniones.

              En casa, Amos Oz.

     " Pensé : 
     Un joven de un relato de Somerset Maughan o de Stefan Zweig. Un joven llegado a una pequeña ciudad de provincias que va a jugar a la ruleta a un casino internacional. Al comienzo de la noche ya ha perdido dos tercios de su dinero. La cantidad que le queda, tras contarla cuidadosamente, apenas llega para pagar el hotel y comprar un billete de tren que le permita volver de forma decorosa. Son las dos de la madrugada. ¿ Será capaz ese joven de levantarse y marcharse ahora ? Las ruletas iluminadas aún giran y las lámparas brillan. Tal vez la sorprendente victoria le espere justo al final de la siguiente vuelta. Diez mil ha ganado en una sola mano el hijo del jeque del principado de la muerte que está sentado enfrente de él. No, no puede levantarse y marcharse ahora. Sobre todo porque una anciana señora inglesa, cuyos ojos de lechuza han estado taladrándole a través de sus quevedos desde el comienzo de la noche, podría lanzarle una mirada llena de frío sarcasmo. Y fuera nieva hasta los confines de la noche. Y el mar ruge veladamente fuera. No, el joven no puede levantarse y marcharse. Con el dinero que le queda adquirirá las últimas fichas. Cerrará los ojos con fuerza y volverá a abrirlos. Los abrirá y de inmediato comenzará a pestañear como por culpa de una luz abrasadora. Y el mar, fuera, en la noche, se agita como si se estuviese ahogando y la nieve silenciosa cae sin parar... "

         Amos Oz.

         ( Foto de Tomaso Spiga )

1 comentario:

Ula dijo...

Me causó tal impresión el jugador de F. Dostoievski, que hasta probé, por suerte para mí no me atrapó esa pasión.
Cuando tengo que decicir algo serio, vuelvo al libro una y otra vez.

Saludos